lunes, 4 de febrero de 2013

 



Con la mirada puesta en la ventana, sabe que pronto se acercará el momento. Hay tibieza y cierta humanidad entre sus piernas. La voz le revuelve la garganta.

Un sonido definitivo entra desde el fondo. Las nubes van amontonándose contra el marco de la ventana.

Hay celeste, pequeñas tempestades entre los hilos y las agujas del cajoncito.

Su casa no le pertenece. Los rincones están poblados de pensamientos animales. Suicidas.

Nadie sabe qué, ni cómo, pero sucedió, mientras se inscribía acá silenciosa como el universo. 

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